A principios del siglo XIX la fractura abierta tiempo atrás
que dividió los territorios vietnamitas estaba próxima a su fin. Cerca de
doscientos años habían tenido que pasar para que el país volviera a unificarse,
eso sí, pagando el precio, para variar, de tener que soportar una nueva guerra.
No contra chinos (quienes no dejaron de intentar meter la mano en el pastel) ni
mongoles, ni siquiera contra los reinos Cham del sur; esta vez luchaba un
pueblo contra sí mismo, una nación buscando su patria. Todo comenzó en plena
exasperación económica contra la dinastía reinante allá por el año 1765,
teniendo como epicentro la ciudad de Tay Son. La rebelión, encabezada por los
hermanos Nguyen, no tardó en conquistar el sur y centro del país, requiriendo
mayor constancia la tarea en el norte, aunque finalmente, en el año 1802, la
unificación surgía bajo el mando de esta nueva dinastía.
Tuol Sleng, cuando el terror tuvo nombre
22 noviembre 2012
Durante el régimen de los Jemeres Rojos, en la por aquel
entonces llamada Kampuchea Democrática (1975 - 1979), un manto de miedo,
dominado por el genocida Pol Pot, arropó a la población, sumiéndola en un
estado de agonía y constante desesperación. En la capital, Phnom Penh, la que
antaño fuese cuna culturizadora de los más jóvenes se transformó en pilar
ejecutor de los oscuros designios de un gobierno con las manos empapadas de
sangre. Su nombre era sinónimo de muerte.
Las aulas del antiguo instituto de Tuol Sleng (traducido como colina de los árboles venenosos) se vaciaron, al igual que la ciudad, a principios de abril de 1975. El edificio no tardo en adquirir una nueva y grotesca función como centro de detención, interrogación, tortura, ejecución y demás atrocidades, concediéndosele el nombre en clave de S-21 (prisión de seguridad 21). Donde antes se recitaba conocimiento ahora solo se escuchaban gritos.
Las aulas del antiguo instituto de Tuol Sleng (traducido como colina de los árboles venenosos) se vaciaron, al igual que la ciudad, a principios de abril de 1975. El edificio no tardo en adquirir una nueva y grotesca función como centro de detención, interrogación, tortura, ejecución y demás atrocidades, concediéndosele el nombre en clave de S-21 (prisión de seguridad 21). Donde antes se recitaba conocimiento ahora solo se escuchaban gritos.
Bitexco Financial Tower - Estrellando Saigón
15 noviembre 2012
Hay sensaciones que no te abandonan nunca. Recuerdos que te
transportan al ayer con frugales
segundos que hacen visos de etéreas memorias. Grabadas quedaron estas bajo
condiciones ambiguas cuyo significado solo podrá ser descifrado por aquellos
que las vivieron. Compartirlas se torna ardua tarea, pues ya sea a bombo y
platillo o con la más sincera oscuridad, el relato transmitido, su calado e
intenciones, difícilmente será fidedigno al sentimiento tallado en nuestro
interior. Y pese a ello no me resigno a seguir intentándolo, pues mi ansia por
conseguirlo es mayor que mi celo en desistir. Derecho tenéis en verdad a
acceder a ellas. Deber tengo yo en saber contarlas.
Tras esta reflexión, con renovada savia corriendo por mis
vasos, reincorporado al servicio de las batas blancas en la convulsa vida de mi
patria - aunque bien arropado por la relativa paz que disfrutamos en la
Alcarria - me hallo añorando aquellos días que pase en la Cochinchina. En concreto
una calurosa noche al poco de llegar, en la que cielo y tierra invirtieron
facetas en peculiar giro astronómico, auspiciado este por nuestro privilegiado
puesto de observación.
Good Morning Vietnam
10 noviembre 2012
Llegó el momento, última entrada desde Vietnam. Como ya me ocurriese hace una semana ante la marcha de mis amigos, una pizca de melancolía me viene acompañando desde que he despertado esta mañana, aunque al que le ha llegado el turno de decir adiós es a mi. Antes de que las emociones vayan a más prefiero recordar todo lo bueno de estas jornadas por el centro del país, así que una vez más retomo donde lo dejé.
Viviendo Vietnam. Sobre capitales, gentes, naturaleza.
06 noviembre 2012
Tantas cosas han pasado en el poco tiempo que llevo solo que será mejor que empiece directamente, sin rodeos ni florituras. Mis amigos habían partido, levanté la cabeza, eché el pie hacia delante y marqué ritmo hasta el museo de recuerdos de la guerra. Coincidiendo el cierre de este con la hora del almuerzo aproveché para sentarme en una vecina terraza con vistas a la magnífica torre de la bandera, contemplando entre bocados su ondear vigoroso en pos del Vietnam unificado. Sobre el museo poco que contar aparte de lo que dicen los libros de historia; un poco desordenado quizás. Al salir recordé que aún no había tenido el gusto de montar sobre dos ruedas en el reino de las motocicletas, me paré en medio de la calle y no paso ni un minuto antes de que me ofrecieran una, negocié el precio y a disfrutar. ¡Menuda experiencia la de serpentear por el tráfico capitalino! y me la quería perder como quién dice. Del resto del día destaco mi visita al enorme mercado del barrio antiguo, donde participé ayudando a cargar unos fardos de tela sin saber aún como, o la melódica vivencia de la música Ca Tru en una casa centenaria. Acabé exhausto.
En Tam Coc con mi amigo remero (raro porque suelen ser las mujeres quienes dominan el cotarro) |
Yo y Vietnam
03 noviembre 2012
No hace demasiado me encontraba escribiendo en uno de los territorios más bonitos de Vietnam. Desde entonces, como en toda aventura que se precie, varias cosas han pasado, además de días, y otras se han perdido. Retomo la historia donde la dejé, anocheciendo junto a unas montañas que me entregaron un precioso amanecer, respetaron la ruta del día y se ocultaron en la penumbra neblinosa que se levantó justo antes de nuestra marcha. Otra noche de tren y una mañana de autobús bien merecieron la pena por convertirnos en filibusteros.
Suscribirse a:
Entradas
(
Atom
)