Primeros pasos por Japón: aprendiendo el rito

12 octubre 2011

Apenas llevábamos unas horas en Japón y mi excitación interior no dejaba de crecer a cada paso que dábamos, lo que me ayudaba en gran medida a superar el cansancio acumulado del viaje y el desfase horario. Nada más salir de la estación de Akabanebashi el silencio imperante del metro, que tanto nos impactó al principio y al que más tarde nos acabaríamos acostumbrando, quedo roto por el ruido de los coches. Empezamos a caminar en dirección al primero de los múltiples templos que visitaríamos a lo largo de nuestro periplo nipón. El sol ya había iniciado su camino hacia occidente y los graznidos de los cuervos, que no dejaban de recordarme el cuento de Poe, nos acompañaban creando una misteriosa melodía en nuestro camino a través del parque.  

Templo Zojo ji y torre de Tokio
Contraste con la torre de Tokio al fondo

Allí estaba el templo Zojo (Zojo-ji) con la Torre de Tokio al fondo formando un singular contraste que denota el respeto de un pueblo hacia su pasado sin dejar de mirar hacia el futuro en lo que supone todo un reto de implementación y sostenibilidad sin perder la esencia que reina en el lugar, sino más bien buscando potenciarla mediante el hermanamiento de ambas épocas. Obviamente la elección de esta primera escena no había sido al azar, había pensado en ella muchos días desde que empecé a preparar el viaje, pues quería que fuese algo realmente impactante y que nos dejase huella para el resto del viaje, y creo que lo conseguí. 

Sobre la historia, el recinto, dedicado al budismo, fue construido a finales del siglo XIV y trasladado a su localización actual dos siglos más tarde por orden de Tokugawa Ieyasu (primer Shogun de la era Tokugawa), quien lo eligió como templo familiar. 

Sangedatsu mon en el templo Zojo ji
La Sangedatsu mon

Tras el impacto inicial le enseñé a Jose como se debía realizar el rito de purificación. La forma de actuar es la siguiente, se coge un pequeño cazo de metal que suele estar junto a una fuente y se llena, a continuación se derrama parte del agua sobre una mano y luego sobre la otra para finalmente con el agua que reste enjuagarnos la boca, sin olvidar que no debemos tragarla, sino escupirla. Esta es la manera más básica y generalizada, aunque descubrimos que existían más formas de hacerlo. Paseamos por el lugar, todo era nuevo y no conocíamos el significado de muchas cosas, la ilusión y el júbilo, ligeramente mitigados por el cansancio, despertaban dentro de mí a pasos agigantados. Contemplamos la magnífica puerta principal (Sangedatsu Mon), única construcción que aguantó en pie tras los bombardeos de la Segunda Guerra mundial, y el escenario que estaban montando para celebrar la fiesta delSetsubun, que tendría lugar al día siguiente y de la que hablaré más adelante.

La continuación y fin de esta historia en la próxima entrada, hasta entonces, disfrutad.





Templo Zojo ji y torre de Tokio


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