Nos encontrábamos en Tokio, más concretamente en uno de los
templos más grandes y representativos de la capital, el Meiji-jingu, dedicado
al primer emperador del Japón moderno tras la era de los Shogunes, quemado
durante los bombardeos de la Segunda Guerra
Mundial y posteriormente reconstruido. Oculto en el corazón de un
bosque en plena ciudad es todo un camino de espiritualidad y remanso de paz en
medio de la agitación por la que se encuentra rodeado. Atravesando la Torii que nos da la
bienvenida nos encaminamos al encuentro con los dioses o Kami paseando bajo la
sombra de los árboles, escuchando sus voces en el correr de los riachuelos,
crujir de la arena bajo los pies y susurros al movimiento de las hojas mientras
nos encaminamos al recinto sagrado.
Una vez allí y gracias a la ayuda de nuestro guía y amigo
Murata-san aprendimos la forma correcta de pedir deseos en los templos, en este
caso en concreto empleando las tablillas votivas. La forma de proceder es la
siguiente, en primer lugar se adquiere la tabla en el recinto para después
escribir nuestro deseo en la parte trasera, puesto que la delantera suele estar
decorada con motivos tan diversos que van desde representaciones de animales o
personas hasta la imagen del templo o símbolos tradicionales, llegando a ser
auténticas obras de arte. Después se cuelga en una parte destinada a ello y
solo quedaría esperar que la fortuna nos acompañe.
Entre las peticiones que nos tradujo el señor Murata y las
que nosotros pudimos leer en otros idiomas a lo largo del viaje encontramos
gran pluralidad. En muchos santuarios están enfocadas a la salud, los estudios,
la fortuna y el amor, aunque existen otros en los que el tipo de deseo es más
concreto, acorde a la filosofía o leyendas que caracterizan el lugar. Los
deseos que escribimos, como es obvio, no se pueden, o más bien no se deben confesar.
Lo que sí me atrevo a contar es lo que escribiría ahora mismo en las tablillas
que traje como recuerdo, creyendo no engañar a nadie si pongo que mi deseo es
volver al templo Meiji o a cualquiera de los que hay en Japón a colgar mis
palabras y revivir gratos momentos.
Si algo aprendí de mi aventura nipona es que en la vida los deseos, ya sean escuchados o no por los dioses o por los hombres, perduran y ganan fuerza, nos hacen mejores y responsables para con nuestras acciones y voluntades, nos hacen pensar y sentir, nos hacen creer.
Como vosotros también tenéis deseos que me siento obligado a
cumplir, adjunto el primer video del blog y algunas fotos de tablillas votivas.
Espero que lo disfrutéis.
Tablillas con cara de zorro en Fushimi Inari Taisha (Kioto) |
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Y esta horas antes del terremoto en Hakone |
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