Dicho esto y a falta de unas primeras impresiones de Tokio (que ya llegarán, no os preocupéis), empiezo hoy con nuestra aventurilla por el río Sumida-gawa (río en japonés).
Tras dar un paseo a primera hora de la mañana por el encantador barrio de Kagurazawa y, porque no decirlo, jugar un poco en el típico parque infantil japonés como los que salen en series como Doraemon o SinChan, nos hemos dirigido al barrio de Asakusa para coger el barco que nos llevaría río abajo. Nada más salir de la estación de metro lo primero que se presentaba ante nuestros ojos era el famoso edificio de la cerveza Asahi con la polémica "gota" en su techo.
Una vez en el barco, que estaba casi todo acristalado, hemos ido bajando paulatinamente mientras veíamos edificios muy variados, coronados con publicidad también muy variada. Después de unos 30 minutos aproximadamente llegábamos al Jardín Hamarikyu.
Este jardín perteneció a los Shogunes Tokugawa durante más de 200 años. Utilizado como espacio de caza, relajación, disfrute y meditación, su historia va paralela a la de la antigua Edo y actual Tokio. Tras sobrevivir a incendios, terremotos y guerras, fue entregado por el emperador Hiroito en el año 1945 tras firmar la rendición incondicional de Japón.
Lo mejor de este jardín es la tranquilidad absoluta que se puede conseguir en una ciudad como Tokio. Mientras a lo lejos se alzaban los múltiples rascacielos de la urbe lo único que podíamos escuchar era el graznar de los cuervos (la ciudad está llena de ellos). Es increíble la dedicación que tienen los japoneses por sus jardines y la forma en que realizan cualquier tipo de arreglo en estos. De hecho hemos sido testigos de cómo le daban un corte de pelo a la moda más tradicional a algunos pinos.
En un recodo nos hemos encontrado con una situación muy curiosa, una pareja se estaba fotografiando con motivo, imagino, de un próximo enlace. No me he podido resistir y yo también les he hecho alguna foto.
Entre medias de todo, nos hemos detenido en la casa de Te sobre el lago. Recibidos con la típica cordialidad nipona, hemos podido degustar un delicioso te japonés, espumoso y de sabor intenso, acompañado por un rico Mochi (dulce hecho de pasta de arroz relleno de pasta de judía).
Después hemos ido a la zona de Ginza para ver el Sony “building” y probar las últimas novedades en tecnología, algunas realmente impresionantes, aunque eso vendrá en próximas entradas.
Ahora me voy a dormir que estoy que me caigo, espero que disfrutéis de la entrada, aunque no sea la mejor de todas. Mañana intentare subir algún video.
¡Disfrutad!
Como diría Pepe Céspedes: Poned algo, poned algo, ¿qué os cuesta? Venga, ¿qué sois? ¿Unos calientapollas?
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