Si bien es cierto que para conocer un país es importante visitar sus monumentos más conmemorativos, abrirse a su gastronomía y tener cierta noción de su historia, también es fundamental conocer a su gente. En una conversación de breves minutos puedes llegar a descubrir un mundo totalmente diferente al que previamente habías imaginado. Cuando empiezas a relacionarte, las puertas de la cultura se abren ante ti y el fluir del conocimiento arranca.
Estos últimos días en el sur han sido maravillosos. Hemos tenido la gran suerte de conocer a varios japoneses y hacer buenos amigos. Los habitantes de Kyushu son especiales, alejados de la frialdad de Tokio, no tienen reparo en entablar conversación. Ya sea en ingles, algo de japonés o incluso a veces en español, aunque frecuentemente es una mezcla de las tres, el pueblo japonés nos da la bienvenida y desde el primer instante no muestran otra cosa que no sea cariño o admiración. En cuanto la palabra España sale de nuestra boca se despierta el interés y un corro de gente se organiza a nuestro alrededor.
Hemos conocido gente de lo más variopinta y en las más diversas situaciones, desde una pareja mientras comíamos, una mujer enamorada de todo lo español o un grupo de animados hombres de negocios en un bar mientras compartíamos copa y les introducíamos al mundo del ron.
Experiencias inolvidables que me han hecho plantear nuevas e interesantes reflexiones que espero poder compartir tan pronto como las ordene y saque algo en claro. Mientras tanto solo puedo recomendaros que cuando viajéis fuera intentéis relacionaros con la gente, aunque sea simplemente un pequeño cambio de impresiones. Que no os asuste la barrera del idioma, pues con algo de ingenio y sí, también algo de ingles, todo se puede superar.
Al final me he ido bastante de lo que pretendía escribir inicialmente, espero que disfrutéis de estas líneas y dentro de poco pueda subir alguna conversación en concreto.
Muchas gracias por seguir ahí. Besos y abrazos.
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