Encontrar el camino resultó más difícil de lo esperado; en gran parte porque no hallábamos la salida del observatorio, teniendo que huir finalmente por el cuarto de baño. Una vez al aire libre la ruta quedó más clara. Siguiendo las señales alcanzamos la vieja carretera del pico que nos llevaría hasta el centro. Desde 1924, año en que fue inaugurada, sigue cumpliendo su cometido a la perfección, aunque ahora en vez de coches son personas quienes gastan su superficie. Mientras se zigzaguea por ella es sencillo imaginar el ajetreo que debió tener en su época de mayor esplendor, con antiguos descapotables ascendiendo la colina, adelantando los jinrikisha tirados por culies, de camino a las lujosas residencias buscando escapar de la agitación urbana.
La selva se extiende con fuerza a
ambos lados de la calzada, con una variedad de plantas asombrosa, aderezada por
pequeñas cascadas que caen despacio por la ladera y el canto de las aves, que
se eleva entre el murmullo incesante de los insectos. La tranquilidad reina en
el ambiente.
Dejamos atrás una vieja caseta de
guardia. Entre los árboles algún claro permitía ver como a cada paso nos acercábamos
más a la altura de los rascacielos, creando un paisaje especialmente
pintoresco. Después de unos cuarenta minutos llegamos al final, tocando los
pies de los gigantes que habíamos contemplado desde el aire. Aun así, dada la
orografía de la isla de Hong Kong, seguíamos por encima de muchos otros. "Old Peak Road" nos despedía. Yo desde dentro agradecía poder haber
disfrutado de ella.
Espero que os haya gustado.
¡Disfrutad del paseo!
Nosotros la utilizamos para bajar del Victoria's Peak y parecía que estuviéramos en otro lugar. Así es Hong Kong, un mundo entero en una sola ciudad.
ResponderEliminarQue razón tienes. La verdad es que me enteré de que existía esta posibilidad a través de la entrada que hiciste en su día en tu blog y me gusto la idea, jeje. Pasa buen fin de semana!!!
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