Surcando el Bósforo

18 mayo 2012

Una vez más retomo el viaje a Turquía que comencé a narrar hace varios meses y del que por ahora solo ha caído alguna pincelada suelta, aunque no os preocupéis, porque tengo muchas más preparadas en la paleta para esparcir sobre el lienzo. Esta vez no pretendo ser un artista de brocha gorda, cada movimiento tiene su justificación de la misma forma que los brochazos deben tener sus momentos de gloria, pues tampoco es menester que la muñeca esté en tensión durante demasiado tiempo y pecar de exquisitez sin ton ni son. En esta ocasión el marco lo pone el mar y el primer trazo los embarcaderos del cuerno de oro.

Con la vista puesta en la torre Gálata y la antigua Constantinopla a la espalda partíamos de los muelles dispuestos a navegar uno de los estrechos más importantes de la historia. Su jerarquía estratégica y comercial quedó marcada desde tiempos de la antigua Atenas, cuando los navíos transportaban el grano desde Escitia, hasta la actualidad, representada por la trágica batalla de Galipolli en la Primera Guerra Mundial donde tantas vidas se perdieron.
  
Vistas de Estambul desde el canal del Bósforo
Vistas de Estambul desde el canal del Bósforo

Hagia Sophia y el palacio Topkapi se perdían junto con el bullicio de Estambul. Bien custodiados por las gaviotas, que parecían guiarnos en nuestra travesía, fuimos pasando bajo los puentes que hermanan nuestro continente con el vecino asiático, acercándonos a la inmensidad del mar abierto. Las casas se desperdigaban a lo largo del camino, con alguna mezquita destacando entre ellas. Resaltando, las viejas fortificaciones eran reflejo de la valía del lugar.

Antigua fortaleza en el canal del Bósforo


Al fin alcanzamos la estación final del ferry, el barco se detiene y con precaución iniciamos el desembarque. Algunos de mis compañeros han hecho cierta amistad con el capitán y en un gran acto, que roza casi el amotinamiento, toman el control de la megafonía, cantando varias arengas que todos seguimos, creando un momento totalmente cómico y que el resto de tripulantes saben agradecer. Estamos en Anadolu Kavagi, un pequeño pueblo de pescadores donde nos ofrecen visitar las ruinas de un castillo en lo alto de una colina. La subida es bastante asequible y la recompensa inimaginable. Desde sus puertas el mar Negro se muestra apabullante, inmenso, digno de recordar. El sonido de las olas rompiendo en los acantilados junto al verdor que nos rodea y la enérgica brisa que golpea con fuerza terminan por grabar para siempre este lugar en nuestra memoria.

Con el mar Negro al fondo


Bajamos de nuevo hacia el estrecho, disfrutamos de un magnífico banquete regalado por el mar y nos despedimos. Nuestro rumbo, de regreso al Mármara. Me dejo llevar por el sol calentando mi cara y las oraciones que emergen de los minaretes y se van perdiendo en la lejanía.


Estambul vista desde un ferry en el Bósforo


Las ruinas de un castillo junto al mar Negro
Las ruinas de un castillo junto al mar Negro

La entrada al mar Negro
Las puertas del mar Negro

En un ferry por el Bósforo


La torre Galata vista desde un ferry en Estambul
Con la torre Gálata al fondo antes de partir

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