Hojeando el viaje

Como habéis podido comprobar, finalmente me resultó imposible avanzar alguna anécdota durante mi último trayecto por Europa, de modo que ahora me toca, una vez hechas las presentaciones, transmitir unas primeras impresiones que, desde ya y para no andarnos con rodeos, puedo decir, son muy favorables. Tanto por los lugares visitados, lo adecuado y ameno de la compañía, el clima (unas veces más que otras), las fiestas vividas y la amplia variedad de cerveza consumida, esta aventura ha respondido perfectamente a las expectativas que había depositado en ella.

Dentro del apartado turístico destacar entre otros la visita a Luxemburgo, pequeño (más que la provincia de Guadalajara) pero encantador, casi mágico, destacando sus villas y castillos de cuento por encima de la capital, la cual no desmerece su apodo de inexpugnable, manteniendo aún en la memoria la época de dominio español. También recuerdan los horrores de laII Guerra Mundial en forma de campos mortuorios, testimonio mudo de los mismos, con miles de almas de soldados de ambos bandos; una de las visiones más impactantes del recorrido.

Fue una maravilla la visita a Aachen para encontrar la memoria y restos de Carlomagno, depositados ambos en una catedral única que resulta un tesoro en sí misma. Además, con la condescendencia del emperador, disfrutamos de un baño en sus cálidas termas. En cuanto a Bélgica en este instante solo resuenan dos palabras en mi cabeza, cerveza y chocolate, aunque por suerte este país es mucho más que eso. Más allá que de sus ciudades prefiero hablar de sus gentes, amables por lo general, educadas y, para sorpresa nuestra, con buen conocimiento de nuestro idioma. Y qué decir de uno de sus ciudadanos por excelencia, mi admirado Tintín y el éxtasis que sentí al visitar el museo del padre de la criatura.

La elección del coche como medio principal de transporte ha sido todo un acierto. No solo nos ha dado libertad de horarios, sino también de vistas; verdes campos llenos de vacas, sombríos bosques o grises de ciudad.

Especial mención para nuestro amigo Javier Gutiérrez, anfitrión como pocos. No se donde habríamos acabado sin sus magníficas recomendaciones gastronómicas (comida asiática incluida con unos fideos chinos para recordar) y sus sabias lecciones cerveciles que podrían hacerle pasar por abad (si le eximimos de la parte religiosa no lleva mal camino, pues ya fabrica su propia espumosa y un aguamiel exquisita). Si además le sumamos su capacidad de guía nocturno en la noche flamenca las cuentas salen redondas. Todo un placer haber compartido esta experiencia con él.

 Deseoso de que este aperitivo os sirva para ir haciendo estómago, próximamente prometo nuevas y variadas entradas sobre el Benelux y nuestro paso por él. Estad atentos, esta semana salvo razones de fuerza mayor os esperan más sorpresas.

El cementerio militar estadounidense de Luxemburgo

Vianden y su castillo, al norte de Luxemburgo

Aquisgrán y Carlomagno nos reciben en Alemania

Un vistazo desde los muros de Luxemburgo

Al natural en Brujas