Aprovechando el Japan Rail pass decidimos pasar una tarde conociendo la cercana ciudad desde Okayama. Si bien es cierto que su ubicación es más próxima a Osaka, en nuestros planes venía mejor de esta forma y la diferencia de tiempo no era mucho mayor, así que subimos al tren y repasamos los incentivos de la visita.
Kobe no tiene una historia tan larga y abultada como otras metrópolis niponas, pues cuenta con poco más de un siglo de vida, aunque en ese periodo ha disfrutado y padecido casi por igual. Situada entre las montañas y el mar, es este último el favorecedor de su desarrollo urbano y cosmopolita, pues no solo ha sido puerta para el intercambio de mercancías, sino también de pasajeros, sobre todo chinos. Estos, al igual que en otras ciudades portuarias del país (véanse Nagasaki o Yokohama), formaron su propio barrio, aportando un estilo colorista y hasta cierto punto caótico que representa un gran acicate dentro del recorrido.
El atardecer perfila el anexo museo marítimo y la famosa torre del puerto, casi un estandarte de la ciudad. Antes de que se oculte el sol nos decidimos a subir, obteniendo una panorámica magnifica en un momento idílico. Kobe me entregaba más de lo esperado, ganándose mi afecto y respeto eternos.
Si disponéis de una tarde y estáis cerca os recomiendo no
dejar pasar la ocasión. Una visita bien vale pena.
Una de nuestras asignaturas pendientes en Japón... habrá que ir :D
ResponderEliminarTotalmente recomendable, sobre todo una vez visitados sitiios más turísticos. Como complemento es perfecta para pasar una tarde muy agradable y si hay ganas probar un bocado de su afamada carne!
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