No digas que fue un sueño (Angkor Wat)

25 enero 2013

Despierto en la nocturnidad camboyana. Aún faltan unos minutos para que suene la alarma, pero soy incapaz de seguir durmiendo. Un cosquilleo que no me es desconocido empieza a domar mis entrañas, preparándome para lo que está por venir. Dejo algo de margen a mis compañeros, que parecen descansar plácidamente, agotados como están del intenso ritmo que llevamos. Algo reticentes con la idea, seguro estoy de que en un par de horas estarán agradeciendo el madrugón. No en vano vamos a ver el monumento más célebre de todo Angkor.

Mr Vanny, puntual como acostumbra, nos espera a la entrada con el tuk-tuk arrancado. Por las calles de Siem Reap hay poco movimiento, apenas unas cuantas almas caminando y algunas decenas de locos como nosotros; ni siquiera los mercados han abierto. Según nos vamos alejando de la ciudad los sonidos de la jungla toman protagonismo, formándose un melódico alboroto que va creciendo en intensidad a la par que el cielo comienza a clarear. No tardamos en bordear el foso, vislumbrado en la lejanía las primeras torres elevándose en medio de la vegetación. Arribamos por fin al puente de entrada, donde somos recibidos por dos enormes serpientes de siete cabezas, conocidas como Nagas, cuyos cuerpos custodian la gran pasarela que ha de llevarnos a las puertas del recinto.


Casi puedo imaginar lo que sintieron los primeros europeos que lo redescubrieron para occidente, pues difícil es no verse intimidado por una belleza tan apabullante. Caminamos lentamente, paladeando cada instante en este paraíso terrenal. Puede que tengamos el estómago vacío, pero nuestro espíritu incluso comienza a pecar de gula. Entre tanto alcanzamos la torre que da paso a la explanada principal, surcada por una gran avenida que enfila rumbo a la joya de la corona, Angkor Wat. Por añadir una breve nota histórica baste decir que lo mandó construir el monarca Suryavarman II en el año 1113, finalizando las obras en el 1150 y siendo bautizado con el nombre de "morada sagrada de Visnú". Su nombre actual se traduce como "ciudad real monasterio", pues en el siglo XIII el imperio khmer abrazó la religión budista en detrimento del hinduismo.


Los rayos de luz empiezan a filtrarse entre las palmeras, marcando el perfil de las cinco torres angkorianas, reflejando su perfección en las aguas de los estanques y creando una de las imágenes más bellas que he contemplado en vida. No puedo menos que dejarme llevar por la situación; la miro pétreo, inmóvil, como hechizado por la propia Medusa esperando que su encantamiento no sea roto jamás.

Con el sol ya espabilado desayunamos algo junto a las ruinas sin dejar de mirar al templo. Llega el momento de adéntranos en él y dejarnos sorprender. En las paredes de sus largos pasillos cuelgan bajorrelieves de gran calidad, explicando los mitos de la creación, recreando antiguas batallas, glorificando héroes y celebrando fiestas con las hermosas apsarás danzantes. Los patios interiores tienen una estructura similar a la de otros templos del periodo, aunque estos son de mayores dimensiones. Subimos a lo más alto, disfrutando de una imponente panorámica de toda la explanada, con el foso a lo lejos y la vegetación circundando todo el perímetro. La torre central, una de las más bellas y altas de todo el conjunto de Angkor, es impresionante.


Tengo la sensación de que las horas que hemos pasado en él han sido solo unos pocos minutos. Cuando regresamos al puente vuelvo a mirar hacia atrás por última vez, rescatando un último fotograma que guardar como ya hicieran otros hombres en el pasado al perder sus reinos, aunque este no sea el caso. Cuando vuelva a pensar en Angkor Wat tendré que repetir las siguientes palabras: "No te engañes, no digas que fue un sueño".






Angkor Wat visto desde Phnom Bakheng

5 comentarios :

  1. Y como bien dijimos en desayunos por el mundo, ese fue uno de los mejores.

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    1. Jajaja, así fue, el video es impresionante, con el perro que le quería quitar las galletas a pablo y los comentarios de la rubia que teniamos delante. Pero no rompamos la magia, jajajaja

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  2. Uno de los lugares del mundo que más me ha emocionado, espero que se conserve así muchos años y que el turismo no acabe con él.

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    1. Esperemos que así sea, aunque ello conlleve tomar medidas desagradables como el límite de visitantes por día u otras similares. Por suerte a primera hora de la mañana aún se puede disfrutar de él casi en solitario.

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  3. Ha pasado casi un año ya y hoy me apetece tanto (o más) estar allí cruzando calles en formación enjambre.
    Missing Vietnam&Camboya

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