Y es que tal día como hoy hace dos años, en mitad de una de
las mejores experiencias de toda mi vida, aquel vil seísmo y el posterior
tsunami que tantas vidas arrancó, transformó en cuestión de segundos el sueño,
tiñéndolo en negro, arañando el fondo de mi alma y la de todo un pueblo, pero
también agrandando un sentimiento de afecto hasta límites insospechados. Unidos
por la tragedia, no solo nosotros, sino el mundo entero. Ese mismo mundo que
rápido eco se hace de todo y casi con la misma velocidad se olvida de ello,
aunque no siempre.
Si el año pasado hablaba de las relaciones que encontré con
este suceso en Berlín (en este caso a través de mi hermano) y Estocolmo, el
curso que ha seguido le ha tocado el turno a Bruselas, con una pequeña pero
escalofriante relación de carteles que encontré frente a la catedral y que
sigue dejando constancia de que las personas, aunque selectivamente, seguimos
teniendo memoria. También por internet se puede seguir recogiendo gran cantidad
de información, como esta página en la que Toshiya Watanabe, habitante de
Namie, actual ciudad fantasma a consecuencia del accidente nuclear, muestra fotografía
mediante el abandono del que un día fue su hogar.
Debo confesar, llegados a este punto, que desde hace dos
años y los días que siguieron no me había atrevido a ver ningún video o
documental de todo aquello; hasta hace unas semanas. Tenía miedo de retirar la
fina capa que cubría esos sentimientos que guardé a mi regreso, no sabía cómo
iba a reaccionar, que imágenes volverían a pasar por mi mente o si realmente
estaba preparado para enfrentarme de nuevo a tierra y mar. No había alcanzado
el minuto del reportaje cuando ya tenía el vello erizado, algo más bastó para
que mi cabeza sintonizara una película paralela, mi propia historia, y no mucho
más hizo falta para que finalmente brotaran las lágrimas. Aquí debajo dejo el
documental para los interesados.
Recordar a veces es doloroso, nadie lo puede negar, pero también es necesario, sobre todo cuando se trata de vidas. Por ello no quiero dejar de mentar nuestra propia tragedia que marcó esta fecha hace nueve años, pues la crueldad de la naturaleza solo puede ser superada por la del ser humano. Mi más sincero y sentido abrazo para todas las familias, tanto en España como en Japón, que se vieron afectadas en estos casos.
Un momento durísimo que nunca olvidaremos.
ResponderEliminarAsí es, esperemos no tener que soportar ninguno más... aunque viendo como funciona la naturaleza... en fin, miedo me da
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