Gironella conoció Asia por primera vez en 1962, visitando la
India y Ceilán (actual Sri Lanka). De ese primer viaje dice, recalcando sus
propias palabras recogidas en el prólogo, "El impacto fue tan fuerte que
decidí volver sin tardanza a Asia. Aquello era otro mundo, y precisamente el
otro mundo que andaba buscando". No es extraño que me sienta muy ligado a
esta frase, pues creo haber recurrido a algo similar en más de una ocasión.
Oriente sedujo nuestros espíritus, enamorándonos como pocas cosas lo hicieron
antes. En este sentido también me liga al autor el hecho de que fuera un japonófilo
empedernido. Teniendo estos elementos en cuenta es normal que cuando el
conocido guitarrista Narciso Yepes le invitó a acompañarle en su gira por Japón
este aceptara sin dudarlo.
El relato nos transporta a un país en ciernes de renacer
tras la debacle de la guerra, con heridas aún frescas tratando de cicatrizar a
pasos agigantados, en la búsqueda constante del cambio, ávido de modernización.
El propio Gironella queda pasmado al llegar a Tokio ante la megaurbe que se
muestra ante él. A lo largo de siete semanas recorre distintas ciudades, conociendo
personajes de toda índole (desde estudiantes hasta médicos), empleando sus
conversaciones en el análisis de la sociedad nipona de aquel momento, siendo en
gran medida la retrospectiva perfecta para comprender los pilares de esta misma
sociedad décadas después. En lo que respecta a sus visitas, es especialmente significativa
la que realiza al hospital de las víctimas de la bomba atómica en Nagasaki,
donde el propio Yepes improvisa un concierto inspirado por el sufrimiento del
lugar, reflejándolo su amigo en un capítulo tan tierno como estremecedor.
También hay sitio para hablar de la mujer, tanto de la de a
pie como de la idealizada Geisha, concepto con el que la mayoría de los
occidentales están terriblemente equivocados, pecando de una ignorancia difícil
de digerir en muchas ocasiones. Como en cierta medida le ocurrió a servidor,
Gironella sufre lo que podríamos definir como una "fiebre amarilla"
muy feminizada a través de su intérprete, que detesta a los hombres japoneses
tan distintos de los europeos. Finalmente una mezcla de diplomacia y sentido común
(Gironella estaba casado) impiden que el asunto vaya a más.
En resumen un libro fantástico, recomendable tanto para
amantes del Japón como para neófitos en este campo, incluso para aquellos que
solo quieran pasar un buen rato. Pese a estar descatalogado es fácil hacerse
con él por internet buscando un poco. Si queréis saber más del autor os dejo
este enlace. Para concluir el mejor homenaje que puedo rendirle es haber hecho
mías sus propias palabras que son reflejo de mi realidad al igual que lo fueron
de la suya: "Asia me había enseñado que había diversos ángulos desde los
cuales contemplar la vida y el hombre".
Habrá que ir a alguna biblioteca a por él
ResponderEliminarTambién es otra opción de poder leerlo, aunque teniendo en cuenta cuando se publicó por última vez... bueno, en las bibliotecas muchas veces hay suerte, jeje
EliminarSiempre he tenido ganas de leerlo y después de leer esta breve reseña, aún más.
ResponderEliminarEl libro enamora desde las primeras páginas. Una gran opción para rememorar el pasado de Japón y tomar alguna nota de como eran las cosas hace no tanto tiempo. Muchas gracias por tu comentario.
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