Hace algunos días comentábamos la importancia cultural que
ha tenido Foshan en la historia del
sur de China, así como esta quedaba perfectamente reflejada en el Templo de los Ancestros de dicha ciudad.
Durante su visita es más que probable que la vista se nos vaya hacia las
exquisitas cerámicas que visten las fachadas y engalanan los tejados,
sorprendiéndonos con toda suerte de formas y colores que denotan una alta
calidad en el trabajo realizado. No en vano esta es otra de las artes en las
que ha destacado desde hace más de un milenio, preservando su antiguo barrio de
ceramistas con el horno Nanfeng como
máximo atractivo.
Según habíamos planeado, tras hacer un pequeño alto para
reponer energías, nos dirigimos hacia el distrito de Shiwazhen, donde se ubica el complejo artesanal. Nada más llegar la
recepción resulta un tanto atípica, rozando lo grotesco si no tenemos el
suficiente sentido del humor. Se trata de un auténtico homenaje al retrete en
forma de obra de arte, dispuesto a lo largo de un muro con cientos de lavabos e
inodoros sobre los que cae una continua cascada de agua. No podemos negar que
ante todo es original y llamativo.
Como punto de contraste, justo al otro lado de la pequeña
avenida, tenemos un estanque de aguas verdosas con la estatua de una diosa
colocada en mitad de las aguas. Ambos son claros ejemplos del tipo de trabajo
que en la actualidad se desarrolla en este lugar, yendo de los usos más
funcionales a los más sagrados. Pasado esto alcanzamos varias tiendas
tradicionales que venden artesanía y enseñan (los pocos que se defienden en
inglés) algunos de los secretos de producción. Interesante sin duda, aunque no
es lo que venimos buscando. Atravesando algunas calles más damos por fin con el
antiguo horno Nanfeng.
Fue construido en plena dinastía Ming, en el año
1506, siendo esta zona uno de los principales productores de todo el país y
gozando de gran reputación. Por su gran tamaño y disposición alargada sobre una
colina a este tipo de horno se le conoce como dragón. En este caso las bocas
están orientadas hacia el sur, soplando el aire en esta dirección y
justificando así el nombre de “Nanfeng”
que significaría viento del sur.
Es uno de los pocos que han logrado sobrevivir hasta la
actualidad, siendo el más antiguo de toda China,
por lo que se le considera un tesoro
nacional además de una reliquia viva, pues la producción no se ha detenido
nunca y más de 500 años después su fuego interno sigue calentando la cerámica. Ni
siquiera en el mundo existe otro ejemplo tan exquisito y bien conservado.
Cuando está en marcha llega a superar los 1200ºC, pudiendo
cocer miles de piezas de forma simultánea con la particularidad de que el
resultado final de cada una puede variar en función de la estabilidad y trabajo
del horno de leña, obteniendo en muchos casos productos únicos.
Es posible recorrer todos sus recovecos mientras admiramos
su forma escalonada, deteniéndonos para inspeccionar las cámaras destinadas a
albergar las cerámicas mientras nos preguntamos cómo es posible que logren
domar a este peculiar dragón. Los que seguramente lo saben son los enormes banianos (higueras de bengala) que
desde hace más de cuatro siglos crecen sobre sus muros exteriores, soportando
por increíble que parezca las altas temperaturas con la mayor naturalidad.
Todo ello hace que el horno
dragón Nanfeng sea uno de los atractivos más interesantes de la ciudad de
Foshan, pudiendo justificar por sí mismo la visita. Es una forma maravillosa de
rememorar uno de los aspectos culturales más importantes y que más fama le han
dado a China alrededor del mundo, su cerámica.
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