Hospedaria, al fin llegamos a nuestro alojamiento. Huele a
bizcocho y repostería. El sol calienta y deslumbra al golpear sobre el blanco
de los edificios. Las calles cada vez se estrechan más, la gente se asoma a los
balcones. Llegamos a la plaza principal. Está repleta, jolgorio y alegría,
movimiento y animadas charlas. ¿Santa casa da misericordia?, pero si acabo de
cruzar la frontera China...
Me siento extraño, como si estuviese cerca de casa. Sigo
andando y al girar la esquina casi me choco con una iglesia, ¿me habré
equivocado de sitio? El entorno me resulta familiar, fácilmente podría estar
dando un paseo por el centro de Lisboa o tomando un buen vino en Oporto junto
al Duero, pero un momento, algo no cuadra, ¿por qué todos tienen los ojos
rasgados?
Por si aún no la habéis adivinado, a pesar de todas las
pistas que ya os he dado, estábamos en Macao, donde la península ibérica da la
cara en Asia en todo su esplendor; aunque eso sí, adaptada a las circunstancias
del lugar y creando, aunque más importante aún, logrando, una fusión cultural
de lo más significativa. No parece China.
Fue todo un placer después de tantos días de viaje poder
sentirnos casi como en casa, a veces pensaba que estaba paseando por alguna
ciudad de la costa andaluza (cabe recordar que más de un español paseo por
estas mismas calles). Personalmente la ciudad me gustó mucho, el contraste de
culturas es de lo más curioso, sobre todo si nos atrevemos a ir al sur hacia la
isla de Taipa que parece Las Vegas en miniatura.
Más lugares de Macao, detalles, aventurillas y conocidos en próximas
entradas. Creo que como introducción no está mal para que os vayáis haciendo
una idea. Por cierto, aunque busque marcas de cerveza portuguesa como Super
Bock o Sagres no encontré ninguna, esa herencia no ha permanecido.
¡Espero que os guste! Hasta la próxima
Fachada de la iglesia de San Pablo |
Ataque al Lisboa |
Frente a la iglesia de Santo Domingo |
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