Emilia nevada, blanca Romaña

09 febrero 2012

Inspirador, paisajístico y muy verídico título para estas primeras impresiones de mi última excursión que entre guardias y demás compromisos he tenido que aplazar unos días, pero por fin puedo acudir a mi cita literaria de la semana presto a compartir experiencias, impresiones, aventuras y frío, mucho frío. Y es que ya parece una tradición que casi siempre mis viajes tengan algún tipo de emoción de la más diversa índole. En esta ocasión fue el viento siberiano tan comentado durante la semana pasada y parte de esta que ha hecho padecer a media Europa de albinismo.

Montañas nevadas desde el avión
Desde el aire empezábamos a hacernos idea de lo que nos esperaba


Empezamos con una casi cancelación de vuelo a Bolonia para, después de esperar dos horas a su salida, aterrizar finalmente en Verona, donde la compañía dispuso un autobús que debería llevarnos hasta nuestro destino inicial. La nieve y una huelga de transportistas nos impidieron utilizar las autovías. Solución, tirar por carreteras secundarias; decisión que nuestro conductor tomó o le ayudaron a tomar tras numerosas llamadas por el móvil y paradas en el andén. Tardamos cinco horas en llegar a un ritmo desesperante y con más hambre, tirando de dicho popular, que el perro de un ciego.

Lo primero, dejar nuestras cosas en el alojamiento, lo segundo, cenar una buena pizza italiana, lo tercero, disfrutar de la llamada ciudad roja que, para nuestra visita, se había cambiado de camisa y lucía un blanco casi siniestro con la noche como telón de fondo. Toda una maravilla. Por las calles, al mismo tiempo que las heladas estalactitas se iban formando, las máquinas trabajan al ritmo que podían para despejar las calles mientras los transeúntes trataban de colaborar con diferentes manifestaciones artísticas, siendo la más popular la forma esférica, empleada como arma arrojadiza por la mayoría. No veía tanta nieve desde hace un año en Japón.

Calles nevadas en Bolonia


Al día siguiente disfrutamos bajo blancos copos de la ciudad diurna, dado que era misión más que imposible tratar de coger un tren en base a la avalancha de cancelaciones y retrasos que se acumulaban en los paneles y de las que daríamos buena fe en próximas fechas. Paseamos bajo los soportales (gran invento para días como ese), que cubren prácticamente todas las calles de la ciudad, mientras visitábamos monumentos o parábamos a tomar algo para entrar en calor, participando del típico aperitivo italiano.

Parecía que el tiempo mejoraba y a la mañana siguiente pudimos coger un tren para Ferrara y disfrutar de un paseo por el medievo, aunque con alguna dificultad para regresar. Le seguirían Módena y Parma en una jornada ferroviaria que parecía más propia de algún concurso televisivo, teniendo incluso que saltar por la ventanilla del tren al encontrarnos atrapados, sin posibilidad de auxilio y sin otra alternativa.

El rio Po congelado en Parma
El rio Po congelado en Parma

Por desgracia, tras cuatro días intentándolo, no pudimos llegar hasta Rávena, siendo este el único mal sabor de boca que me deja el viaje. Es una pena el mal funcionamiento del servicio de ferrocarriles italiano, inconcebible en otros países; y por desgracia no es la primera vez que lo padezco.

Respecto al resto, lo hemos pasado genial, degustando buena cocina italiana (también un poco de sushi para hacer honor), compartiendo el Calcio con los tifosi, brindando con algo de "Birra" y empapándonos de los lugares por lo que pasábamos.

Por todo esto, y si exceptuamos el color blanco predominante del viaje, que como muchos sabéis no es precisamente un tono que me disguste, este rincón de Italia merece ser descubierto y disfrutado en su justa dosis. Próximamente espero poder ir descubriendo el manto níveo y acercaros un poco más a él.

Plaza mayor de Bolonia nevada
Estampa navideña en la plaza Mayor de Bolonia

Estatua de Neptuno en Bolonia

Coche nevado en Bolonia

Parque nevado en Bolonia


2 comentarios :

  1. Te queda corrimiento de tierras, huracán y algo biológico.

    Yo apuesto que estas tres las sacas, en el continente americano.

    Ten fé.

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  2. jajaja, sí, la verdad es que la realidad comienza a superar la ficción... Yo creo que ya he tenido bastantes emociones, espero que los próximos viajes sean algo más tranquilos. Al menos la mayor parte de ellos. Y ya de paso América no sería mal destino para este año, adelantoque esta en miras.

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