Una de estas vías nació durante la Alta Edad Media, auspiciada por un descubrimiento que exaltó a toda la cristiandad con el mismísimo Carlomagno a la cabeza. El hallazgo de la tumba del apóstol Santiago en los confines de la Gallaecia supuso el comienzo de una de las principales rutas de peregrinación que ha perdurado hasta nuestros días, El Camino por excelencia. Desde el siglo IX en adelante la noticia se fue extendiendo, aumentando progresivamente la afluencia de creyentes de todas las clases sociales habidas y por haber. Los tramos se ramificaban, se engendraban leyendas y aumentaba el misticismo. El impulso definitivo se logró en los albores de la Reconquista, con la creación de la red de monasterios cluniacenses en el norte de la península, que ofrecían mesa y cobijo al viajero, y la elaboración del Códice Calixtino a posteriori para instruir y guiar al peregrino hacia Campus Stellae.
A cada paso uno se va encontrando a sí mismo y, si lo desea,
pone a prueba su fe, ya sea en busca del perdón de los pecados, prometido por
la iglesia a los que culminen el camino, la reconciliación con el Cielo o el
encuentro con Dios. Cada cual tiene sus motivos, todos ellos por lo general
respetables. Además no debemos olvidar que no todo es espiritualidad, pues la
socialización, integración y aventura cultural componen la otra cara, que no es
adecuado perder de miras en toda esta historia.
Mi Camino empezó hace cuatro años por estas fechas, en julio de 2008. Desde la
capital leonesa hasta Santiago y desde allí en solitario hasta los confines del
mundo marcados por Finisterre. Las opciones para empezar son múltiples. Yo
escogí el Camino Francés, en teoría el más antiguo, pero cualquier otra alternativa
es igual de buena.
Representó una de las grandes experiencias en mi vida y
siempre la recordaré con enorme cariño. Es algo que hay que hacer al menos una
vez en la vida. La satisfacción que se logra al completar cada etapa, las
amistades que se forjan entre parajes que son toda una poesía de la natura,
pensar sobre el discurrir de la vida. Todo eso y mucho más es lo que nos
espera, aunque siempre depende de lo que cada uno vaya buscando. Y para
terminar no olvidéis esto, dice que aquel que ha hecho el camino repite, aunque
aún es pronto para mi. Espero que disfrutéis con esta introducción sobre este peculiar viaje del alma que ojala, si estáis interesados, pueda seguir narrando en adelante.
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