Good Morning Vietnam

10 noviembre 2012

Llegó el momento, última entrada desde Vietnam. Como ya me ocurriese hace una semana ante la marcha de mis amigos, una pizca de melancolía me viene acompañando desde que he despertado esta mañana, aunque al que le ha llegado el turno de decir adiós es a mi. Antes de que las emociones vayan a más prefiero recordar todo lo bueno de estas jornadas por el centro del país, así que una vez más retomo donde lo dejé.  



Me acababa de montar en la moto. Empezamos la visita por la pagoda de Thien Mu, un símbolo de Hue y del budismo vietnamita. Otra vez tuve que ejercer de modelo, muy a mi pesar... (viva Asia). Seguimos metiéndonos en medio de los bosques que rodean la ciudad hasta alcanzar un antiguo búnker americano desde donde se dominaba perfectamente el río del perfume, para a continuación seguir por las tumbas reales, maravillas arquitectónicas con aspecto de abandono y vistas de recuperación; espero profundizar pronto en su descripción. Como anécdota en una de ellas conocí a unos españoles con los que casualmente acabé comiendo. Ambos gallegos, informáticos y expatriados por cuestiones laborales (les va mejor que si estuvieran por nuestra España querida). Uno de ellos trabaja en Kuala Lumpur, donde llegó a través de las becas ICEX. En la conversación hablamos un poco de Japón; entre esto y aquello salió el tema del terremoto, la embajada y la ayuda que nos prestó Unai, a quién conocimos junto a Juanma, amigo de la facultad de Jose, paseando por Tokio en aquella extraña coincidencia. ¡Pués mi amigo gallego conocía a los dos! Una vez más que pequeño es el mundo.


Al final del día tuve tiempo para visitar el conjunto de ruinas en proceso de restauración que forman la antigua ciudadela de Hue, muy dañada en la guerra. Conserva brillos de su esplendor pasado, pero no son ni la sombra de lo que debió ser en tiempos. Como liberé una jornada me apunte a la visita de la zona desmilitarizara (DMZ). Ya hablaré de ella con calma, pero por ahora indico que solo es visita recomendada para aquellos que conozcan bien lo que pasó allí o tengan especial interés en este tema. Destaco la visita a los túneles de Vinh Moc, empleados por el Vietcong en su lucha de resistencia. Son probablemente los mejor conservados y de mayor tamaño del país; toda una experiencia adentrarse en ellos.

En la base de Khe Sanh, donde se libró la batalla más larga de la ofensiva del Tet en 1968

Seguí mi camino al sur alcanzando Hoi An, donde el comercio portuario constituyó la mayor gloria e intercambio cultural de la ciudad en siglos pasados. Por suerte en la guerra no resultó especialmente dañada, conservando sus casas el aspecto de hace más de un siglo, pudiendo pasear por el pasado entre sus callejuelas y casas bajas, con sus faroles colgando de puertas y tejados que por la noche se prenden, embelleciéndola aún más. Buena comida y mejor ambiente.

Frente al puente japonés en Hoi An
Esta mañana he ido a los restos del complejo de templos de My Son, cuna cultural de los Cham, antiguos dominantes de esta parte del país desde hace más de un milenio. No se pueden comparar con Angkor, pero la visita me ha gustado mucho, sobre todo por el entorno natural en el que se encuentran. Por la tarde he llegado a Danang, considerada tercera ciudad del país y mi última parada. Me he quedado un rato mirando al río pensando en estas tres semanas maravillosas que he pasado; las luces de la rivera y el puente se reflejaban en las aguas mientras mi mirada se perdía siguiéndolas. Tras este paréntesis he vuelto a la realidad, aún me quedan unas cuantas horas y hay que aprovecharlas, aún tengo fuerzas que gastar, aún tengo que despertar una vez más, aún me queda un good morning Vietnam que recitar.

Luces y colores en la noche de Danang
En las ruinas Cham de My Son

2 comentarios :

  1. No está nada mal el viajecito que te has pegado :D

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  2. Sí, ha sido genial. Bien aprovechado y mejor disfrutado. Que pena que se acabe, me quedaba unos días más, jeje

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