Para celebrar el cambio e inicio de la nueva era la capital
se trasladó de Hanoi al centro del país, estableciéndose en Hué, designada
además como residencia de la nueva casta imperante. Con el fin de cumplir su
misión pronto se inició la construcción de la ciudadela, en cuyo interior
habría de ubicarse el Recinto Imperial. Su fama creció tan rápido como su
belleza, llegando a ser comparada con su homónima pekinesa. Además de
residencias, jardines, templos, bibliotecas, palacios y hasta un teatro, sus
muros ocultaban la extraordinaria Ciudad Púrpura Prohibida, una ciudad dentro
de otra a la que sólo el emperador tenía acceso; con excepción de las
concubinas que la poblaban y los eunucos que las servían.
Los días de gloria del palacio terminaron con la decrépita
dinastía, rendida ante franceses, avergonzada por japoneses y cesada por
vietnamitas en 1945. A
partir de esa fecha la memoria de la ciudad se pierde en medio de la batalla,
olvidándose definitivamente en la ofensiva del Tet. Evaporada, pulverizada,
arruinada; verbos insuficientes para describir lo ocurrido en las poco más de
tres semanas que duró la contienda, borrando los esplendores de una época en
pos de una nueva, escapando la historia, al fin y al cabo, de su legado.
Por suerte, al menos en esta ocasión, se cumplió el dicho de
que la historia se repite. El país se unificó de nuevo y la ciudadela de Hué se
refundó. Las obras volvían a palacio, recuperando lo salvado, recreando lo
viejo y llorando lo perdido, que mucho era.
Recorrerla es un ejercicio ambiguo. Nada más traspasar sus puertas nos damos de bruces con la magnificencia, unos pasos más para encontrar la opulencia, quedando la "trastienda" de la decadencia a tan solo una mirada. Con plena libertad de circulación uno puede perderse a placer, teniendo la precaución de no tropezar con algún cascote de la Ciudad Púrpura o vaya usted a saber qué. En mi caso esto último me resultó sumamente placentero, contemplando el sol caer caminando sobre la tierra que pisaron reyes, regaron con su sangre súbditos e incendió la guerra. El ocaso ya alcanza los restos del imperio que un día fue, pero esta vez no velará su recuerdo.
Uno de los secretos mejor guardados de Vietnam, impresionante.
ResponderEliminarSí, el centro del país es toda una experiencia, distinto a norte y sur, con una virtual capital que perfectamente podría ser esta ciudad, aunque Danang cada vez más le esta quitando el protagonismo por su modernización, pero esta siempre tendrá un sabor clásico.
ResponderEliminarMe habría gustado estar ahí.......Para que veas boro que sigo tu blog,y que sigues.siendo el que me planifica,jeje
ResponderEliminarYa me lo imagino, el lugar merece la pena. Mirá que te lo avisé...
EliminarGracias por seguir leyendome cada cierto tiempo Ramón!!!