Entre las novedades que tenía pensadas para seguir expandiendo el universo blogueril de Entre Miel y Sushi, tengo el placer de presentar una nueva sección, biblioteca del viajero, que desde ya queda inaugurada. Lector empedernido como me considero, sobre todo de historia y literatura en gran consonancia con mis gustos viajeros, me hace especial ilusión poder compartir esta pasión con vosotros blog mediante. Periódicamente, claro está según la acogida por parte del público, iré recomendando unas veces, comentando simplemente otras, los volúmenes que pasen o alguna vez pasaran por mis manos.
El título elegido para el bautismo no es casual, pues es
sincera evocación de mi propia visita a los nipones 84 años después de que lo
hiciera su autor, Luis de Oteyza. Sobre su vida un par de pinceladas bastarán.
Nació en 1883 en Zafra (Badajoz), aunque siempre se consideró madrileño.
Comenzó a estudiar ingeniería en la universidad, pero sus instintos
periodísticos acabaron por hacerle abandonarla y dedicarse a las letras,
haciéndole muy famoso la entrevista que realizó a Abd el-Krim (dirigente de la
resistencia contra la administración colonial española y francesa en el Rif,
Marruecos) en 1922. Durante la Segunda República fue nombrado embajador en
Caracas, ciudad en la que fallecería en 1961.
En cuanto a la motivación de su viaje baste decir que la
dictadura de Primo de Rivera le hizo sentirse algo agobiado, propiciando el
inicio en 1925 de una aventura que le acabaría llevando a Asia. A bordo del
"españolísimo" navío Claudio López, parte del puerto de Barcelona
camino de las Filipinas, como paso intermedio hacia China y Japón. En esta
primera etapa nuestro protagonista empieza a marcar un fuerte carácter
histórico y sentimental bien ajustado a cada circunstancia y nuevo
emplazamiento, demostrando también su picaresca y buen humor en múltiples
situaciones, pues como él mismo confiesa "voy a divertirme bastante, lo
cual hará que escriba alegre y dichoso".
En su discurrir por el Mediterráneo, Egipto, atravesando el
Canal de Suez hasta el Mar Rojo con la proximidad y breve aunque enérgico
acento de Somalia, rumbo al Índico con Ceilán a la cabeza para pasar al
encuentro del colonialismo británico de Singapur, hasta alcanzar el recuerdo
hispano de Filipinas. Tan magnifico es el análisis que hace de la sociedad de
la época sirviéndose de la tripulación y las amistades que va sumando en el
camino, hasta el punto de desmontar varios mitos del imaginario español, como
lo son sus descripciones de la vida en las distintas ciudades que visita,
siendo buen compañero de la noche, los barrios conflictivos y, por qué no
decirlo, algún que otro burdel. Eso sí, la elegancia que denota a la hora de
tratar estos temas es digna de admiración.
Oteyza junto a Abd El-Krim |
Para completar el viaje debe embarcar en navíos
estadounidenses, aportando un toque fantástico la consabida ley seca que
dominaba este país en aquellos tiempos. Con el miedo, aparentemente infundado,
de una revolución amarilla en China contra los extranjeros alcanza la isla de
Hong Kong, de la que sale sano y salvo rumbo Shangai pese a tener que portar
una pistola. La visión colonialista que ofrece es sensacional. Por fin, en
marzo de 1927, arriba a las costas del país de los cerezos, desembarcando en la
ciudad de Kobe y dando por finalizada la aventura.
Todo ello da forma a un libro ameno y divertido, que hace
recordar el romanticismo del que gozaba el propio viaje y preparaba al viajero
para tal menester. Cuando había tiempo para hacer amistad con el pasaje, sufrir
el azote climatológico correspondiente al paso de latitudes e interesarse por
la cultura de cada región atravesada, buscando en medio de todo esto la esencia
y porqués que solo el alma conoce.
No dudéis en haceros con él: De España al Japón (Viento Simún)
No dudéis en haceros con él: De España al Japón (Viento Simún)
El navio Claudio López de la Trasatlantica Española |
Gracias por la recomendación!
ResponderEliminarNo hay de que! ahora solo espero que si alguien lo acaba leyendo no le decepcione, aunque si le gusta viajar es muy complicado, jeje
EliminarA bordo del "españolísimo" navío Claudio López, parte del puerto de Barcelona camino de las Filipinas, como paso intermedio hacia China y Japón. Enrique
ResponderEliminarEl comienzo de toda una aventura... espero que hayas podido leerlo, merece la pena!! un saludo!!
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