Cuando hablaba sobre viajes con otras personas, en la
conversación, generalmente al principio de la misma, siempre aparecía una
pregunta a la que con cierta vergüenza tenía que contestar negativamente, aún
no había pisado el continente americano.
Enamorado como estaba de Asia no sabía mirar en otra dirección que no fuese el
este, aunque me solía defender dentro de este juego viajero argumentando que
pronto, en algún momento, pondría rumbo al territorio que hace más de cinco
siglos nuestro compatriota (aunque algunos argumenten lo contrario) Cristóbal
Colón tuvo a bien dar a conocer al mundo entero.
Entre todos los países entre los que elegir, había uno que
despertaba mi interés significativamente por encima del resto, y ese no era
otro que el Perú, cuna de una de las
civilizaciones más importantes y conocidas del continente, cuyo curso cambió la
historia y evolución de Sudamérica, los incas.
O quizás también tuvo que ver mi querido Tintín,
al recordar sus aventuras por este país que quedan maravillosamente recogidas
por Herge en “El templo del sol”. En
cualquier caso, ya fuese por la magia y el misterio que se escondía detrás de
estos y otros grupos que los precedieron, la riqueza histórica, cultural y
natural, junto con el intercambio y mezcolanza que promovimos los españoles o
la facilidad de compartir idioma, Perú se perfilaba como el destino idílico
para poner pie en América por primera vez.
En cuanto surgió la ocasión e incentivado por Patri, que
prefirió esta opción antes que mi alternativa de ir a Corea del sur, no lo
dudamos y nos pusimos con los preparativos. Era el momento de cambiar y abrir
los ojos y la mente hacia otros rumbos, y nunca se lo sabré agradecer lo
suficiente. En pocas horas ya teníamos un esquema
de ruta que cuadraba con lo días que teníamos, e incluso algunos de más
para salir un poco de los itinerarios clásicos, en gran parte gracias a lo bien
que cuadraban los vuelos y haciendo algún sacrificio que otro el día de vuelta
como ir a trabajar de empalmada, pero valía la pena.
Finalmente combinamos los puntos tradicionales de visita del
sur del país con una escapadita a la
selva, que por logística y tiempo le correspondió a Puerto Maldonado en lugar de Iquitos como nos hubiese gustado en un
principio. Todos los desplazamientos serían en autobús a excepción del regreso
a Lima desde la selva en la que tomaríamos un vuelo.
El plan cuadró a la perfección y una vez completado el viaje
creo que no cambiaríamos nada de lo que hicimos. Os dejamos con el itinerario y
con la promesa de ir contando muchas más cosas sobre el viaje, con el Machu Picchu como plato fuerte y un
sinfín de anécdotas e información que esperamos os resulte lo más práctico e
interesante. Tanto nos gustó que incluso ya hemos empezado a pensar en volver
para conocer la parte norte, de la que nos hablaron excepcionalmente allí, para
descubrir otra cara de un país que nos ha enamorado, aunque para eso aún queda
tiempo.
Itinerario de un viaje a Perú de 17 días
- 29 septiembre (J): Madrid – Lima
- 30 septiembre (V): Lima
- 1 octubre (S): Paracas
- 2 octubre (D): Ica – Huacachina – Nazca
- 3 octubre (L): Nazca – Autobús nocturno a Arequipa
- 4 octubre (M): Arequipa
- 5 octubre (X): Cañón del Colca
- 6 octubre (J): Mirador del cóndor – Puno
- 7 octubre (V): Puno – Autobús a Cuzco nocturno
- 8 octubre (S): Cuzco
- 9 octubre (D): Cuzco – Valle sagrado
- 10 octubre (L): Cuzco – Pisac – Aguas calientes
- 11 octubre (M): Cuzco – Machu Picchu – Ollantaytambo
- 12 octubre (X): Cuzco – Autobús nocturno Puerto Maldonado
- 13 octubre (J): Puerto Maldonado
- 14 octubre (V): Puerto Maldonado
- 15 octubre (S): Puerto Maldonado
- 16 octubre (D): Puerto Maldonado – Lima
- 17 octubre (L): Lima – Madrid
- 18 octubre (M): Madrid
Espero que la ruta os resulte sobre todo útil. Próximamente iremos
desgranado el viaje. ¡Ojalá lo disfrutéis tanto como nosotros!
No hay comentarios :
Publicar un comentario